Una mentira no tendría
sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa.
Alfred Adler
Empezamos
por contarle a nuestros hijos milongas que dan lugar a falsas expectativas: los
reyes magos, la cigüeña, el ratoncito Pérez, etc., y lo que es peor, los imbuimos
de creencias como lo imposibilidad de los cambios sociales, con planteamientos
tales como: “ha sido siempre así y eso no
cambiará…”, adornándolo además, con la autoridad que emana del discurso “Si Dios
lo quiere…” ¿Cuáles serán la consecuencias de estas proclamas? Pues es evidente:
la creencia de que por mucho que se luche, las cosas son inmutables y no
cambian.
Veamos
los cuentos que nos narran a los mayores y analicemos el decorado de cartón
piedra que nos han montado:
1. La crisis mundial
La
actual situación económica se nos presenta como un fenómeno pasajero que con
medidas de ajuste, se logrará superar. Pero, la realidad es bien diferente,
estamos ante una crisis sistémica y de civilización, en la que lo que se juega,
es el porvenir de los ciudadanos en la sociedad frente al ataque indisimulado
de unos pocos que pretenden apropiarse de los bienes que ha generado la
humanidad desde sus albores. Esta es una crisis del capitalismo que se pretende
gobernar en base a la expropiación forzosa de la ‘vida y hacienda’ de la
mayoría de los ciudadanos.
2. La crisis del Sur de Europa
El
conjunto de medidas impulsadas por la troika para los denominados PIGS no hacen
sino incrementar los desajustes estructurales que estos países tenían. La deuda
que era tolerable antes de la aplicación de estas disposiciones, se ha
convertido en insoportable después de las mismas. La propia configuración de la
UE es parte del problema –y no el menor- para explicar la crisis de estos
países, ¿qué significa si no la expansión de la crisis a todo el conjunto de la
eurozona? En todo caso, las medidas impuestas por la eurozona para estos países
sólo benefician al capital financiero y especulador.
3. El pago de la deuda
Nos
mienten quienes nos dicen que las deudas hay que pagarlas, implique lo que
implique de penurias para la población. Hay cientos de precedentes de impagos
de la deuda pública sin que ello suponga la desgracia del país que la practica.
Sin ir más lejos y en el horizonte próximo: Argentina, Ecuador, Islandia, EE UU
en Irak, etc. En todo caso, poner de manifiesto que gran parte del débito de
España es una deuda odiosa propiciada
por los Gobiernos de turno que ha servido para beneficiar a bancos y grandes
empresas al margen de los intereses generales de los ciudadanos.