Nos sobra aburrimiento pero tenemos prisa.
Interconectados diariamente
formamos una estructura difusa
que abre fronteras para evitar
los sueños libertarios y el esfuerzo.
Cada uno hace lo que puede.
Sobre todo llamar la atención.
A veces, con mendrugos de fe
o celebraciones de egos maltrechos.
También se mecen frustraciones
con baladas de puestas en escena.
Todo es posible, hasta la crueldad.
No es furor lo que nos empuja
al precipicio de nuestros conflictos,
sino que nos mueve la dejadez
y el terror a ser diferentes.
Necesitamos tanto que nos quieran
que empeñamos nuestros deseos
y la posibilidad de llegar a saber.
Preferimos la ignorancia y el fútbol
a la propia vida
porque andamos tan despacio
como corremos hacia la muerte.
Interconectados diariamente
formamos una estructura difusa
que abre fronteras para evitar
los sueños libertarios y el esfuerzo.
Cada uno hace lo que puede.
Sobre todo llamar la atención.
A veces, con mendrugos de fe
o celebraciones de egos maltrechos.
También se mecen frustraciones
con baladas de puestas en escena.
Todo es posible, hasta la crueldad.
No es furor lo que nos empuja
al precipicio de nuestros conflictos,
sino que nos mueve la dejadez
y el terror a ser diferentes.
Necesitamos tanto que nos quieran
que empeñamos nuestros deseos
y la posibilidad de llegar a saber.
Preferimos la ignorancia y el fútbol
a la propia vida
porque andamos tan despacio
como corremos hacia la muerte.
La ignorancia y el fútbol (Aurora Labio)
Es demasiado frecuente el criticar al fútbol y, en
general, a los espectáculos de masas, como fenómenos de alienación y embrutecimiento
colectivo. Pero, no se puede esperar de ninguna manera que un trabajador/a con
jornadas laborales de 10 a 12 horas diarias y con las consiguientes tareas
caseras diarias después, se introduzca en actividades intelectuales que
requieren tiempo y concentración. Sabemos y también el poder, que toda
estructura social represiva necesita de transgresión: evasión de la realidad,
entretenimiento, ocio, diversión, etc.
1. El efecto
placebo
Una investigación desarrollada por neurólogos de la Universidad de Michigan ha descubierto los mecanismos cerebrales que explican el efecto placebo, esa capacidad que tienen algunas personas para curarse o aliviar un dolor tomando una falsa medicina, inocua y sin eficacia alguna, y que es prescrita por muchos médicos. Cuando una persona cree que va a tomar una medicina, su cerebro activa una región vinculada a la habilidad de experimentar un beneficio o una recompensa, el núcleo accumbens, y segrega dopamina, provocando el alivio al dolor. Los neurólogos descubrieron así que el grado en que una persona responde a un tratamiento de placebo está vinculado íntimamente a la actividad que registre el área del cerebro destinada a obtener un beneficio o una recompensa.
Una investigación desarrollada por neurólogos de la Universidad de Michigan ha descubierto los mecanismos cerebrales que explican el efecto placebo, esa capacidad que tienen algunas personas para curarse o aliviar un dolor tomando una falsa medicina, inocua y sin eficacia alguna, y que es prescrita por muchos médicos. Cuando una persona cree que va a tomar una medicina, su cerebro activa una región vinculada a la habilidad de experimentar un beneficio o una recompensa, el núcleo accumbens, y segrega dopamina, provocando el alivio al dolor. Los neurólogos descubrieron así que el grado en que una persona responde a un tratamiento de placebo está vinculado íntimamente a la actividad que registre el área del cerebro destinada a obtener un beneficio o una recompensa.
Un placebo es una terapia que no tiene eficacia
médica, pero que puede tener efectos curativos o paliativos si el paciente cree
que en realidad está tomando una medicina. El placebo puede ser una pastilla,
pero también una operación quirúrgica o un tratamiento psicoterapéutico, que
sólo tiene resultados por el mero hecho de que algunas personas creen que se
están medicando.
Eduardo Martínez
Sabemos en que situación está el país, no insistiremos en ello. Cada
día, muchos ciudadanos salen en busca del sustento, algunos, los más, gente que
está ubicada en los umbrales de la pobreza; otros, los que tienen un trabajo
salen de su casa rogando aquello de: ‘virgencita,
que me quede como estoy’; los de clase media, que ven día a día recortarse
sus prebendas; para los de las clases altas, que su problema es no tener problemas.
Todos los apuros que tienen los ciudadanos se posponen ante el evento del
siglo, del año o quizás del mes y en general, ni esto, sólo es el partido de
fútbol semanal.