"Todos los
hombres pueden caer en un error; pero sólo los necios perseveran en él."
Marco Tulio Cicerón
Cualquier presagio favorable sobre la economía española,
debería poner sobre la mesa, las medidas tomadas para aliviar la carga –ya
insoportable- de la deuda. Ni el sector exterior, ni el sector público están
evolucionando en una línea que nos permita albergar esperanzas respecto de la
deuda de las familias, de las empresas, del sector financiero o de las
distintas Administraciones Públicas.
Los datos esperados para
2013 (hemos recogido la media, partiendo de diversas fuentes), son alarmantes:
1.
Caída
del PIB, 1,5%
2.
Caída
del consumo de los hogares por encima del 2%
3.
Caída
del consumo público 6,4%
4.
Caída
de la inversión en 5,6%
5.
El
desempleo estará por encima de los 6 millones de personas
6.
El
déficit estará próximo al 7%
En 2012, la balanza de pagos por cuenta corriente
generará déficit, lo que incrementará el endeudamiento con el exterior.
Recordemos que la deuda bruta con el extranjero del Reino de España a finales
de 2011, superaba los 2,3 billones de euros.
Las políticas de recortes y ajustes nos están conduciendo a una enorme degradación de la sociedad. En este
sentido, los organismos internacionales nos auguran una cada vez mayor
exclusión social de los ciudadanos. A la vez estas políticas, cuyo objetivo
primero es la reducción del déficit público, no lo están consiguiendo: todos
los datos llevan la previsión de déficit
para el año que termina al 8%, más de un
punto y medio por encima del objetivo fijado por la UE. Esto conlleva que la deuda pública en circulación siga
creciendo: a finales de este año, se espera supere el 85% del PIB.
Con todos estos datos que relacionamos,
la situación a finales de 2013 será peor
que la actual: sobre todo a niveles de desempleo, exclusión social y deuda.
Y lo execrable, la no aplicación de políticas macroeconómicas coherentes y
adecuadas a nuestra situación, nos lleva a pronosticar que la recuperación no se va a producir ni en 2013, ni en 2014, ni 2015, ni
en…
Todos los que parecen
estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.
Francisco de Quevedo